LA
RELACIÓN DE AYUDA O COUNSELLING
Una vez habiendo dado el concepto
de counseling o relación de ayuda enfocada desde el modelo no directivo de Karl
Rogers, considerándose esta relación de ayuda como el proceso de acompañar a
una persona a resolver sus problemas, y ofrecerle recursos para que haga uso de
ellos de manera autónoma.
Karl Rogers define relación de
ayuda como:
“Aquella en la que uno de los
participantes intenta hacer surgir, de una o ambas partes, una mejor
apreciación y expresión de recursos del individuo y un uso funcional de estos”
Quiero destacar que una vez que nos
fue impartida la clase de la relación de ayuda en la orientación personal creo
que es fundamental partir de la idea de Rogers y de su hipótesis inicial para
entender posteriormente algunos conceptos como cliente o elementos esenciales
para una buena relación de ayuda como al congruencia. La empatía y la
autenticidad.
Rogers insiste en la importancia
que tienen las actitudes y cualidades del terapeuta para el buen resultado
de la terapia.
Las tres principales son: la empatía, la autenticidad y la congruencia. En
resumen, la hipótesis central propone que el ser humano puede, si se le
presentan las condiciones adecuadas, desarrollarse o actualizarse, ampliar sus
capacidades y ser consciente de lo que experimenta a fin de poder auto
controlarse. "No se puede manejar eficazmente lo que no se percibe
conscientemente", propone Rogers. De allí la necesidad de ampliar el
concepto de sí mismo del cliente, y de incluir en él todo lo que vivencia. Pero
no se pretende hacerlo actuando sobre él, sino "acompañándolo" en la
experiencia, brindándole las condiciones requeridas y dándole seguridad.
Durante la Terapia, el terapeuta
debe proporcionar un clima de actitudes psicológicas favorables para que el
paciente pueda explotar dichos medios.
Dos rasgos principales de la Terapia Centrada en el
Cliente:
- La confianza radical en la
persona del cliente.
- El rechazo al papel directivo del
terapeuta.
Así, se descartan del lenguaje
rogeriano los términos paciente, enfermo, curación, diagnóstico, etc., porque
connotan dependencia, limitación y falta de respeto por la persona. Esta
actitud frente a la dignidad del paciente, la aceptación incondicional y el
respeto que se le tiene, cobran una importancia tal que se les consideran
factores que favorecen u obstaculizan (si faltan) la adquisición del enfoque
centrado en el cliente. Aceptación y
respecto deben estar enraizados en
la personalidad del terapeuta, formar parte esencial de su ser, y ello
pasa, antes que nada, por aceptarse a sí mismos.
Otro de los aspectos que me parece más interesantes y curiosos del enfoque rogeriano es el cambio
de concepto de paciente por cliente.
Rogers defiende abandonar el
término “paciente”, para adoptar el de “cliente”, en referencia al asesorado.
El antiguo término viene dado por la
connotación del vocablo, relacionado con la patología, lo cual implica una
relación asimétrica, en donde el enfermo busca la ayuda de un superior, el
terapeuta. Pero Rogers opina que la enfermedad mental no existe como tal, sino que
existen formas inefectivas de vivir. El solicitante de un servicio o proceso
psicoterapéutico (el cliente) no es un enfermo, sino simplemente otra persona,
al mismo nivel que el terapeuta.
Según Rogers, la efectividad de la Terapia Centrada en el Cliente se basa
en seis condiciones fundamentales:
- Existen dos personas en contacto
psicológico.
- El cliente esté en situación de
incongruencia, ansioso, vulnerable.
- El terapeuta es congruente, o
integrado en la relación (se comporte de forma auténtica y libre).
- El terapeuta tiene una posición
incondicionalmente positiva hacia el paciente.
- El terapeuta tiene una comprensión empática
de los marcos de referencia internos del cliente.
- Que, por lo menos, el terapeuta comprenda
empáticamente, o tenga posición incondicionalmente positiva hacia el cliente.
Desde mi punto de vista personal y
pedagógico creo que es importante conocer la orientación desde este enfoque,
pues se demuestra que es más importante la actitud y los sentimientos del
terapeuta que la orientación teórica y
procedimientos y técnicas utilizadas no tienen tanta importancia como la
actitud del terapeuta, esta concepción nos ayuda mucho a ampliar nuestra mirada
sobre el horizonte y ser consecuente de
la importancia que tienen nuestras actitudes y sentimientos en la persona
siempre desde un punto de aceptación incondicional del cliente, y me gustaría
plasmar la impresión que me dio al conocer que desde este enfoque si el
terapeuta hay algo que le desagrada y no le gusta del cliente debe decírselo
porque cree que es la mejor manera de llegar a ella es siendo auténtico y comprender que para ganar la confianza del
otro no se debe a una estabilidad sino que
conlleva ser sincero y auténtico. Es así cómo le inspiras más confianza a los demás.
Otro de os aspectos más relevantes e importantes es que mientras menos
prejuicios tengamos de nuestro cliente adquiriremos un mayor nivel de
comprensión. Y como futuros pedagogos creo que
este enfoque hay que tenerlo en cuenta
y enriquecerlo con enfoques posteriores para conseguir una relación de
ayuda.
BIBLIOGRAFÍA
Rivas,
F. (1998). Psicología Vocacional: Enfoques del asesoramiento. Madrid: Morata
Rogers, C. (2007). El proceso de convertirse en persona. Barcelona: PAIDÓS
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