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domingo, 8 de marzo de 2015

¿Conoces realmente la relación de ayuda?

LA RELACIÓN DE AYUDA O COUNSELLING
Una vez habiendo dado el concepto de counseling o relación de ayuda enfocada desde el modelo no directivo de Karl Rogers, considerándose esta relación de ayuda como el proceso de acompañar a una persona a resolver sus problemas, y ofrecerle recursos para que haga uso de ellos de manera autónoma.
Karl Rogers define relación de ayuda como:
“Aquella en la que  uno de los participantes intenta hacer surgir, de una o ambas partes, una mejor apreciación y expresión de recursos del individuo y un uso funcional de estos”
Quiero destacar que una vez que nos fue impartida la clase de la relación de ayuda en la orientación personal creo que es fundamental partir de la idea de Rogers y de su hipótesis inicial para entender posteriormente algunos conceptos como cliente o elementos esenciales para una buena relación de ayuda como al congruencia. La empatía y la autenticidad.
Rogers insiste en la importancia que tienen las actitudes y cualidades del terapeuta para el buen resultado de la terapia.
Las tres principales son: la empatía, la autenticidad y la congruencia. En resumen, la hipótesis central propone que el ser humano puede, si se le presentan las condiciones adecuadas, desarrollarse o actualizarse, ampliar sus capacidades y ser consciente de lo que experimenta a fin de poder auto controlarse. "No se puede manejar eficazmente lo que no se percibe conscientemente", propone Rogers. De allí la necesidad de ampliar el concepto de sí mismo del cliente, y de incluir en él todo lo que vivencia. Pero no se pretende hacerlo actuando sobre él, sino "acompañándolo" en la experiencia, brindándole las condiciones requeridas y dándole seguridad.
Durante la Terapia, el terapeuta debe proporcionar un clima de actitudes psicológicas favorables para que el paciente pueda explotar dichos medios.
Dos rasgos principales de la Terapia Centrada en el Cliente:
- La confianza radical en la persona del cliente.
- El rechazo al papel directivo del terapeuta.
Así, se descartan del lenguaje rogeriano los términos paciente, enfermo, curación, diagnóstico, etc., porque connotan dependencia, limitación y falta de respeto por la persona. Esta actitud frente a la dignidad del paciente, la aceptación incondicional y el respeto que se le tiene, cobran una importancia tal que se les consideran factores que favorecen u obstaculizan (si faltan) la adquisición del enfoque centrado en el cliente. Aceptación y respecto deben estar enraizados en la personalidad del terapeuta, formar parte esencial de su ser, y ello pasa, antes que nada, por aceptarse a sí mismos.
Otro de los aspectos que  me parece más interesantes y curiosos  del enfoque rogeriano es  el cambio de concepto de paciente por cliente.
Rogers defiende abandonar el término “paciente”, para adoptar el de “cliente”, en referencia al asesorado. El antiguo término  viene dado por la connotación del vocablo, relacionado con la patología, lo cual implica una relación asimétrica, en donde el enfermo busca la ayuda de un superior, el terapeuta. Pero Rogers opina que la enfermedad mental no existe como tal, sino que existen formas inefectivas de vivir. El solicitante de un servicio o proceso psicoterapéutico (el cliente) no es un enfermo, sino simplemente otra persona, al mismo nivel que el terapeuta.
Según Rogers, la efectividad de la Terapia Centrada en el Cliente se basa en seis condiciones fundamentales:
- Existen dos personas en contacto psicológico.
 - El cliente esté en situación de incongruencia, ansioso, vulnerable.
- El terapeuta es congruente, o integrado en la relación (se comporte de forma auténtica y libre).
- El terapeuta tiene una posición incondicionalmente positiva hacia el paciente.
 - El terapeuta tiene una comprensión empática de los marcos de referencia internos del cliente.
 - Que, por lo menos, el terapeuta comprenda empáticamente, o tenga posición incondicionalmente positiva hacia el cliente.

Desde mi punto de vista personal y pedagógico creo que es importante conocer la orientación desde este enfoque, pues se demuestra que es más importante la actitud y los sentimientos del terapeuta que la orientación teórica  y procedimientos y técnicas utilizadas no tienen tanta importancia como la actitud del terapeuta, esta concepción nos ayuda mucho a ampliar nuestra mirada sobre el  horizonte y ser consecuente de la importancia que tienen nuestras actitudes y sentimientos en la persona siempre desde un punto de aceptación incondicional del cliente, y me gustaría plasmar la impresión que me dio al conocer que desde este enfoque si el terapeuta hay algo que le desagrada y no le gusta del cliente debe decírselo porque cree que es la mejor manera de llegar a ella es siendo auténtico  y comprender que para ganar la confianza del otro no se debe a una estabilidad sino que  conlleva ser sincero y auténtico. Es así cómo le inspiras más confianza  a los demás.  Otro de os aspectos más relevantes e importantes es que mientras menos prejuicios tengamos de nuestro cliente adquiriremos un mayor nivel de comprensión. Y como futuros pedagogos creo que  este enfoque hay que tenerlo en cuenta  y enriquecerlo con enfoques posteriores para conseguir una relación de ayuda.




BIBLIOGRAFÍA

Rivas, F. (1998). Psicología Vocacional: Enfoques del asesoramiento. Madrid: Morata 
Rogers, C. (2007). El proceso de convertirse en persona. Barcelona: PAIDÓS

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